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domingo, 29 de agosto de 2010

Las expectativas en torno a un alimento y su sensación de saciedad también j...

 
 

Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:

 
 

vía Vitadelia de Carla el 29/08/10

Ya se sabe que en el ser humano es un todo, y todo en él está interrelacionado, es decir, que nuestro cuerpo, mente, creencias, emociones y demás aspectos tienen una íntima relación y se influencian entre sí.

Pues bien, un reciente estudio realizado por la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, ha concluido que "manipular" las creencias en  relación con los alimentos, y con su capacidad de satisfacer, puede ser una clave para desprenderse de los kilos de más.

El grado en que una comida puede calmar el hambre no sólo está determinado por su contenido calórico y su tamaño, cantidad consumida, sino que también depende de las creencias y expectativas en torno al sentirse satisfecho.

Según dijo Jeff Brunston, uno de los autores del trabajo, "todo esto tiene un efecto directo en la porción de las raciones que elegimos y en lo que se experimenta tras comer".

Para llegar a esta conclusión, los investigadores realizaron dos experimentos: en el primero, se  mostró a un grupo de voluntarios los ingredientes de un postre de fruta, solo que la mitad de ellos vio gran cantidad de frutas mientras que el resto observó solo la mitad.

Antes y después de comer este postre se consultó  sobre el nivel de saciedad que esperaban recibir y el que efectivamente experimentaron. Si bien todos habían comido la misma cantidad de alimentos, resultó que los que previamente habían visto una gran porción de frutas sintieron una saciedad mayor en comparación con los que observaron menos cantidad.

En el segundo experimento, los participantes ingirieron un plato de sopa, pero los investigadores fueron aumentando o disminuyendo la cantidad del alimento a través de un pequeño tubo escondido debajo del plato.

Así fue como cada voluntario terminó comiendo más o menos sopa de la que creía. Tres horas después, se analizó el nivel de saciedad y resultó que las personas se sintieron más o menos llenos de acuerdo a la cantidad de sopa que creían haber tomado y no al volumen real consumido.

Ante estos resultados, los autores concluyeron que las expectativas en torno al alimento y el recuerdo de cuánta saciedad genera cumplen un papel esencial en el control del apetito.

Vía Neomundo


 
 

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