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El sarro
El sarro es algo inevitable en nuestras bocas. Por mucho que nos cepillemos los dientes y la lengua, esto es algo que convive con nosotros. Está claro que si lo dejamos acumular tendremos problemas en encías y dientes.
Pero para que te hagas una idea, por nuestros dientes se filtran cada día aproximadamente unos siete litros de saliva. Esta sustancia lleva una cantidad importante de sales, lo que contribuye de forma muy importante, además de todo lo que ingerimos habitualmente, a la formación del sarro.
Una vez que el sarro se deposita en las piezas dentarias, si no acudimos al dentista para que lo quite, tarde o temprano comenzaremos a sufrir de afecciones en las encías, como gingivitis que consiste en la inflamación y sangrado de las encías, así como también padeceremos de halitosis (mal aliento).
Si tras aparecer ésta situación continuamos sin ir al odontólogo, los dientes comienzan a aflojarse y a moverse a causa de la inflamación y deriva en lo que se llama piorrea o periodontitis. Finalmente se termina perdiendo el o los dientes.
El odontólogo o higienista dental, es el único que puede retirar el sarro de los dientes una vez instalado en ellos por medio de una limpieza dental, lo ideal es hacerla cada 6 meses.
La forma de prevenir el sarro dental, es mediante una buena higiene dental, es decir una pasta de dientes específica preferentemente fluorada, además de un cepillado frecuente de varias veces al día y de la utilización del hilo dental.
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