Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:
Bacterias, microorganismos, entidades microscópicas que por no ser visibles no es que sean inocuas: a través de los alimentos que ingerimos, es posible que no sólo incorporemos a nuestro organismo los nutrientes que necesitamos, muchas veces también podemos estar dando entrada, sin intención, a "huéspedes no invitados", que pueden enfermarnos. Para evitar estas enfermedades hay una serie de medidas que debemos tomar.
Una de estas enfermedades sobre las que más se está oyendo hablar últimamente es la salmonella: vinculada de forma directa con el consumo de huevos y sus derivados.
Para prevenir la infección por esta bacteria se debe tener mucho cuidado al comprar y conservar los huevos. Aunque la cáscara sea la "barrera natural" que en teoría protege el interior del huevo (clara y yema), hay ocasiones en que la bacteria puede llegar a infiltrarse a través de ella y contaminarlo.
Por este motivo, es necesario prestar atención a ciertos puntos, tanto a la hora de comprar los huevos como de conservarlos.
Cuando vayas a comprarlos presta atención a la textura de su cáscara: debe ser fuerte, uniforme y con un color parejo y vivo, lo que nos indica que estaría en buen estado. Por el contrario, si ves que la cáscara presenta grietas o un color raído o heterogéneo, no los lleves, es mucho más probable que sea vulnerable a esta bacteria y que el huevo esté contaminado.
Otro tema esencial es que la salmonella también está presente en las heces de las gallinas, por ello, evita comprar todo huevo que veas que tiene restos de ellas. Además, no se recomienda lavarlos ya que la humedad podría también debilitar su cáscara y restarle su protección natural.
Para conservar los huevos es necesario hacerlo en un lugar fresco y seco, evitar todo cambio brusco de temperatura (puede deteriorar y debilitar la cáscara), y, tener en cuenta que la mejor opción es guardarlos en el refrigerador a una temperatura estable.
Nunca mezcles los huevos con otro tipo de alimentos a la hora de conservarlos para evitar la contaminación cruzada. Finalmente, un último detalle a considerar: cuando debas separar la yema de la clara, no lo hagas con la misma cáscara ya que así podrías estar contaminándolas.
Vía Vitónica
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