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Este trabajo fue encabezado por los especialistas Richard Peto y Gary Whitlock, ambos de la Unidad de Estudios Clínicos de la Universidad de Oxford, y se basó en los datos de casi unos 900.000 adultos de Europa Occidental y Norteamérica, con un promedio de edad de 46 años y un índice medio de masa corporal de 25.
De este modo, los especialistas pudieron probar que un índice de masa corporal (IMC) superior al ideal, que va entre el 22,5 y el 25, está directamente relacionado con una mayor probabilidad de muerte, y que a medida que el grado de obesidad era mayor, mayor era también el riesgo de vida que se corría.
Recordemos que el índice de masa corporal (relación entre peso y altura) es una buena forma de evaluar el sobrepeso, uno de los factores considerados como de riesgo para varias causas de muerte, como son los trastornos cardiovasculares, la diabetes, entre otras.
En los casos de obesidad moderada (IMC 30 – 35) se encontró que, en comparación con las muertes provocadas por el tabaco, equivaldrá a un tercio de ellas, mientras que la obesidad severa (IMC 40 – 45) tendría un efecto negativo de iguales características.
Los autores analizaron entonces la relación entre el IMC y el riego de muerte: en ambos sexos, encontraron que la mortalidad era inferior en el grupo de personas que tenían un IMC de entre 22,5 y 25.
Por cada 5 kg/m2 más se observó un aumento de la mortalidad en las enfermedades vasculares, como son el infarto o la apoplejía, y mayor proporción de diabetes, enfermedades del riñón o del hígado, cáncer, trastornos pulmonares, entre otros.
Finalmente, se pudo concluir que la obesidad moderada, común en las sociedades occidentales, equivaldría a unos 2 a 4 años menos de vida, lo que es un poco menos de la mitad de la pérdida asociada a los casos de obesidad grave.
Vía Yahoo
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