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El síndrome del intestino irritable
Los síntomas del intestino irritable son muy claros: dolor de vientre, hinchazón, diarrea, estreñimiento… Un régimen alimenticio es necesario, pero siempre que distingamos bien las fibras solubles de las que no lo son.
El síndrome del intestino irritable
Para quitarse de encima las molestias digestivas que caracterizan el síndrome del intestino irritable, es necesario evitar los alimentos susceptibles de irritar el intestino, es decir los que provocan una hiperestimulación y una distensión importante de los intestinos.
La primera consigna consiste en comer más fibras solubles y en limitar las fibras insolubles.
Diferencia entre fibras solubles e insolubles
Las fibras insolubles son irritantes para los intestinos, y por lo tanto tienen tendencia a agravar los síntomas digestivos en caso de sufrir el síndrome del intestino irritable. Estas acentúan las hinchazones, los dolores abdominales, las diarreas y más concretamente las heces blandas. Esta es la razón por lo que las fibras insolubles deben limitarse en las personas que sufren este mal.
Por el contrario, las fibras solubles son suaves para el intestino, porque estimulan menos el tránsito digestivo y permiten disminuir las molestias digestivas. El secreto está en que en el momento de la digestión se forma una especie de gel. Por otro lado, las fibras solubles favorecen la reabsorción de agua y de sodio a nivel del colón. Resultado, las heces son menos blandas.
Las fibras solubles se deben ingerir en cada comida, y las no solubles se deben limitar. Pero cuidado, la cantidad de fibras solubles se debe aumentar progresivamente, para darle tiempo al intestino a que se acostumbre. Se recomienda una cantidad comprendida entre 20 y 30 g de fibras solubles al día.
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