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Es frecuente que en el embarazo notes la nariz reseca y taponada, e incluso que tengas alguna pequeña hemorragia nasal. Se debe a que la progesterona aumenta el riesgo sanguíneo de todas las mucosas del cuerpo (para prepararlas para el parto), lo que produce una ligera inflamación. Por eso, la mucosa de la nariz aumenta de tamaño, y se vuelve más fragil. No debes confundir este síntoma con un resfriado común, que va acompañado de otros síntomas como dolor de cabeza, fiebre, mucosidad….
Te enumeramos cuatro formas que te ayudarán a prevenirla:
1. En general, conviene evitar los ambientes muy resecos. En verano, no utilices en exceso el aire acondicionado (ni en casa ni en el trabajo) y no duermas con él en marcha.
2. En invierno, tampoco pongas la calefacción muy alta, sobre todo por las noches. Para dormir basta con una temperatura de 18-20°C.
3. Utiliza en casa y en la oficina un humidificador, mejor de ultrasonidos. Luego, podrás usarlo cuando nazca el bebé.
4. Aplícate un poco de vaselina en las fosas nasales. También te vendrá bien el suero fisiológico o agua marina, pero no emplees ningún medicamento sin que te lo haya recomendado el médico.
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